El deseo de Buen Vivir acompaña al hombre desde siempre. Podemos parafrasear a los clásicos y decir que: “la historia de la humanidad es la historia de la búsqueda del buen vivir”.
Ya de esta primera afirmación se desprende que el asunto no es de fácil
solución, amerita la discusión rigurosa de los revolucionarios.
Veamos.
Al intentar analizar el asunto,
inmediatamente surgen preguntas: ¿Qué es el Buen Vivir? ¿Cómo se
alcanza? ¿Cuáles son las soluciones propuestas a lo largo de la
historia?
La respuesta nos inquieta desde
el momento mismo de reconocernos como pensantes, el hombre ha escrito
mucho intentando atraparse en una teoría, y quizá seguirá esa búsqueda
de sí mismo hasta el infinito. La condición humana cambia con el
sistema, con la condición social.
Un primer grupo se basa en la
religión, nos dice que el hombre es espíritu, alma, eso es lo
trascendente, lo material no importa, las penurias de hoy labran el
camino para el Buen Vivir que espera en el más allá. Este pensamiento
manipulado ha servido para facilitar la explotación.
Otro grupo propone que el Buen
Vivir es lo material, está destinado para los que trabajan, para los
ricos y los que puedan consumir mucho. De esa manera tendrán bienes
materiales y estos serán el sustento del Buen Vivir. Esta idea es la
base, la justificación del capitalismo. Los bienes materiales te darán
la felicidad, si no la tienes “es culpa tuya”, “no trabajaste fuerte”.
La historia demuestra que ese no
es el camino de la sociedad, ni de los individuos. La búsqueda
desmesurada de bienes materiales ha construido un mundo dónde unos
pocos poseen, y la gran mayoría es despojada, y la naturaleza sufre
agresiones que eliminan las condiciones mínimas para la vida.
Los poseedores y los desposeídos
son víctimas de un sistema que depreda a la naturaleza y destruye las
condiciones para la vida, los poseedores padecen una patología de
abundancia, y los desposeídos una patología de carencia. Todos viven en
el desasosiego de la insatisfacción.
La respuesta de la
Revolución es: el hombre más allá de las necesidades naturales, de las
animales, tiene necesidades espirituales, y son éstas las que
determinan su condición humana. Lo material tiene sentido en tanto es
soporte de lo espiritual.
Lo material como meta aislada es esencia de la condición capitalista. El capitalismo nos hace creer que el Buen Vivir reside en atiborrarse de mercancías, ya que necesita un humano consumista, materialista, esos son sus valores: “más tienes, más vales”.
La solución
revolucionaria al enigma del Buen Vivir, es el entrelazado de lo
espiritual y lo material, primando lo espiritual. Los pueblos que
construyen mundos, que se zafan de la parsimonia de lo mediocre, son
pueblos llamados por valores espirituales. Los procesos movidos por lo material están destinados al olvido.
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